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Daniel Garza-Usabiaga Desde hace una década Enrique Ježik ha desarrollado un cuerpo multidisciplinario de obra dedicado a explorar e investigar la formas que la violencia puede tomar, desde su forma organizada y masiva – como en el caso de las guerras – hasta sus manifestaciones urbanas asi como los pequeños mecanismos de control cotidiano en los sistemas de vigilancia. Una obra reciente que aborda la primera de estas temáticas es la instalación Estreno de la OTAN (2008). Para esta pieza Ježik talló en seis hojas de tablaroca la planta de distintos aeropuertos en Serbia, labor que demuestra su vocación escultórica. Cada una de las hojas, con su respectivo dibujo, cuenta con una pantalla donde se muestran tomas aéreas de los videos militares que registran el bombardeo y destrucción de cada uno de estos edificios. El dibujo sobre la tablaroca se vuelve ambiguo después de observar el video; ya no sólo puede ser visto como un diagrama de las instalaciones sino, también, como la forma negativa de la construcción después de haber sido demolida con el ataque. Una constante en la obra de Ježik es el uso de maquinaria pesada, de alto impacto o armamentista para llevar a cabo distintos proyectos. En Esgrima (2001), por ejemplo, montó un duelo entre dos martillos hidráulicos mientras que en SOS (2002) manipuló una excavadora provista de un martillo para perforar el piso de una galería mientras que, con los golpes, intentaba reproducir el mensaje de auxilio en clave Morse. Para su acción What Comes from Outside is Reinforced from Within (2008), realizada en Praga, Ježik empleó una excavadora y un montacargas industrial. La primera de estas maquinas se encontraba afuera de la galería y con su brazo rompió las siete ventanas del edificio con el fin de que su pala entrara en el espacio de exhibición. Ahí, Ježik había colocado siete placas de concreto en el piso. El brazo de la excavadora tenía como misión tallar estas losas, una a una, después de entrar por la respectiva ventana. Aunque realizada con maquinaria pesada, esta maniobra requirió de un nivel de precisión y sutileza que revela una proyección ‘meta-escultórica’, como Cuauhtémoc Medina la ha calificado, en la obra de Ježik: una prolongación a través de maquinaria ‘del gesto básico del escultor en Occidente’. Es imposible que pase por desapercibido cómo varias de las estructuras impactadas y manipuladas en los proyectos remiten a distintas formas de la escultura moderna de la posguerra, principalmente asociadas con el Minimalismo. El cubo de madera utilizado en Estructura construida por policías de las fuerzas especiales antiterroristas y tres armas automáticas (2004) es reminiscente de la obra de Richard Serra mientras que las placas de concreto pueden evocar formalmente el trabajo de Carl Andre. Una vez que la excavadora terminaba su intervención sobre estas piezas, el montacargas industrial, localizado dentro del espacio de exhibición, las transportaba a otra sección de la galería. El trabajo en conjunto de estas dos máquinas puede ser visto en relación a procesos de invasión, un fenómeno militar con especial resonancia en la República Checa. Si bien la intrusión en el espacio de exhibición puede representar el acto violento de invasión, la labor del montacargas consiste en dar expresión a la existencia de esas fuerzas en el interior que no se resisten a dicho movimiento sino que lo favorecen y auxilian. Desde que se estableció en México, a principios de los noventas proveniente de Argentina, Ježik ha hecho del monopolio de la violencia existente en el país uno de sus temas de crítica. En Ejercicio de percusión (2006) utilizó a un grupo de policías antidisturbios para que realizaran una técnica de intimidación sobre los espectadores en la galería mientras que en Valla (2007) delineó el mapa del estado de Oaxaca en tres módulos de valla similares a los utilizados para impedir el paso de manifestantes, en clara referencia a la represión política. El pasado 2 de octubre Ježik realizó un performance en el que escaló, junto a Redas Diržys, el antiguo edificio de Relaciones Exteriores ubicado en la Plaza de las Tres Culturas; sitio en donde se realizó una matanza de estudiantes en 1968. En sus espaldas llevaban imágenes del entonces Presidente y Secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverria. El ascenso comenzó a la misma hora en la que una multitud se preparaba para iniciar la manifestación anual en protesta a la masacre. La aparición de las imágenes en la fachada del edificio causó primeramente un alto y silencio rotundo entre los manifestantes que fue seguido de consignas e insultos. Remitiendo a los equipos de asalto, Ježik escaló el edificio, canceló la imagen de Díaz Ordaz y luego la arrojó desde lo alto. Este performance tomó lugar en un momento en que el edificio de arquitectura moderna se encuentra en un proceso de consolidación de su estructura, sin ventanas y con un aspecto endeble, como si estuviera a punto de derrumbarse. Con esto, la acción da expresión a todo un sistema político que hoy aparece, ya, como una ruina.
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