En defensa propia. Enrique Ježik

María Teresa Constantin

La doctrina jurídica ha discutido siempre acerca de los usos, la validez y los límites de la legítima defensa. En la construcción de su sistema de creencias pareciera que el cuándo y cómo un contraataque debe ser eximido o sancionado es materia opinable, maleable, acomodaticia a las necesidades epocales.

En defensa propia presenta un conjunto de trabajos de Enrique Ježik en los que el instinto de conservación, en los límites de aquella doctrina, emerge como un sustrato que justifica un amplísimo arco de espantos contemporáneos que se asientan justamente en la custodia de supuestos derechos propios o ajenos.

Así, en 1996, Ježik realizaba una obra (no exhibida aquí) titulada de la misma manera. En aquel objeto, entre la pureza minimal de una caja de cristal sobre patas de metal pulido y la brutalidad de un alambrado protector que rodeaba la parte superior de la caja, el artista refería a diversos universos concentracionarios. El sentido se intensificaba con los huesos humanos que el cubo transparente contenía en su interior. Con gravedad irónica, el título aludía allí a los regímenes que en nombre de la defensa de los valores occidentales y cristianos cometían las peores aberraciones contra los ciudadanos que debían proteger.

Escogido como título para esta exposición, el enunciado —como señala el artista— me pareció apropiado al carácter de ese conjunto de trabajos y vi esa expresión como adecuada para aludir a todo o casi todo mi trabajo. De alguna manera, hablar de los temas que trato es una forma de autodefensa frente a una realidad muy dura, e incluso si lo pienso en un sentido más colectivo o social del cual soy producto y parte, también me parece que hay una necesidad de defenderse/defendernos de tanta situación dañina que se nos echa encima.*

Los trabajos exhibidos fueron producidos a lo largo de casi 20 años de trabajo, entre 2001 y 2018, durante los cuales el artista ha estado fuera de la Argentina. Una extensa trayectoria exploratoria que va del cuerpo del escultor de sus inicios en el arte—producción que subyace en sus trabajos y que suele retomar regularmente en diferentes objetos artísticos—al cuerpo propio del artista, un cuerpo performer que se involucra–como intérprete o director—en las acciones retenidas en los videos e instalaciones. Como señaló el curador Cuauhtémoc Medina para una exposición de 2011…son parte de un diagrama más amplio que de hecho fluye, y refluye, sin un orden cronológico estricto, como parte de un complejo ciclo de trabajos que giran en torno a modalidades del empleo y visibilidad de la fuerza y su instrumental como signos y factores de la historia contemporánea.**

De tal modo, nos interesa pensar las obras expuestas no como unidades expositivas aisladas sino como un espacio, el de la sala de arte, ocupado por el conflicto. Un territorio donde prácticas performáticas, videos, instalaciones, fotografías y sonido son atravesados por un fleje que conduce la disputa entre territorios de poder, dominación, violencia, resistencia y destrucción. Así, la brutalidad del gesto resuena en la institución en los sonidos que se prolongan en la sala. Persistentes, repetidos incansablemente, ejercen ellos también un acto de violencia. Institución y público son sometidos a una acción intangible pero no por ello menos inocente.

De la misma manera, una balacera en un país cualquiera, la exacerbación del derrame de tripas y sangre, los golpes a la carne como acto de dolor interminable, los primeros planos y la monumentalización de la imagen o la palabra—en tanto oráculo o como estrategia de guerra—obstruyendo el deambular libre son discursos poderosos, ellos también, para ser arrojados al espectador.

Si los cuerpos muertos son ya fáciles de ignorar, la obra de Ježik, su cúmulo de vísceras y cuerpos perforados señala y obliga a enfrentar la repugnancia de los desechos de la muerte.***

 

* Tomado de una conversación por correo electrónico.

** Cuauthémoc Medina, “La fiesta interminable”, en Obstruir, destruir, ocultar. Enrique Ježik, México, UNAM/MUAC, 2011.

*** Suzanne Cusick, musicóloga de la New York University, ha investigado la violencia acústica en las guerras contemporáneas. En sus casos—Irlanda del Norte, EEUU, entre otros— analiza cómo la repetición y la música en alto volumen son tortura psicológica pero también efecto físico, y fueron utilizados no solo en prisioneros sino también en el entrenamiento de las tropas para desarrollar su resistencia.